miércoles, 9 de marzo de 2011

Relato Universo Paralelo: Arma X - por Vazkez

En un mundo paralelo a nuestro universo Marvel, donde Arma X es una organización mutante de seguridad y defensa:



Hace años, en el Hogar Sunset para huérfanos, un chico está sentado a la sombra de un árbol, con unas enormes gafas rojas, leyendo un libro. Se acerca un hombre alto, con un abrigo negro y un gorro:



-Buenos días, Scott.- El hombre se agachó, dejando ver su cara, y un parche que le tapaba el ojo.

-¿Quién es usted?- El niño cerró el libro, asustado.

-Me llamo Nicholas Furia, me han informado del incidente que te pasó hace unos dias...

-Oh, el dolor de mis ojos... Con estas gafas de rubí ya no me duelen tanto.

-No me refiero al dolor, chico. Sé que has experimentado con tus poderes. Eres especial, eres un mutante. Has nacido con facultades superiores a los demás humanos. Si vienes conmigo, podremos ayudarte a mejorar.

-Yo... De acuerdo, señor, voy con usted.







Años más tarde, helitransporte de Arma X. En la Sala del Peligro, 5 soldados mutantes experimentan con sus poderes:



-Vamos Hank, esos androides están superándote.- El joven Scott había crecido hasta llegar a una edad adulta. Ahora, llevaba un moderno visor, que le ayudaba con sus rayos ópticos.

-Su número no les da ventaja, intrépido líder. La Bestia puede derrotarles con los ojos cerrados.

Así, un hombre demuestra sus habilidades esquivando rayos, mientras va derrotando las oleadas de robots que se acercan:



-Tú eres el que deberías tener cuidado, Scott. Se están acercando por detrás.

-Sabes que eso nunca es un problema, no cuando Rondador puede teleportarme a una zona donde mis rayos ópticos les derriben de un golpe.



Y tras una nube de azufre y un ruido (¡Bamf!), un diablo de color azul atrapa a Cíclope, teleportándolo a una esquina de la sala, donde derriba a los robots con un poderoso rayo.



-Parece que ya no hay más- Dijo una chica pelirroja, mientras movía mentalmente los últimos restos de los ciborgs.

-Entonces, ¿por qué no dejan que salgamos?- Un hombre enorme, vestido con una armadura y con un casco que le escondía la cara estaba sentado sobre una montaña de piezas metálicas- Tengo hambre, y tengo que ir al baño.

-Juggernaut, me parece que todavía no ha terminado el entrenamiento. Deberíamos prepararnos para una nueva oleada de enemigos. Jean y yo nos colocaremos alrededor del maniquí. El ejercicio consiste en protegerlo. Juggernaut y Bestia, atacaréis primero. Kurt, tú les proteges desde la retaguardia.

Pero el grupo de mutantes esperaba en vano. Los guardias de la sala de control habían muerto, estaban llenos de cortes.



-¿Qué demonios pasa? Tardan mucho. ¡Estoy impaciente!

-Cain tiene razón, debe pasar algo. Será mejor que me teletransporte fuera.



Con otra nube de azufre, Rondador desapareció. Siguieron esperando, pero no volvió.



-¡Maldita sea, voy a atravesar la pared, estoy hasta los huevos!



Juggernaut corrió hacia el muro, destrozándolo por completo, pese al grosor del metal. Cain Marko vio una escena que le dejó pálido. Decenas de agentes humanos de Arma X estaban muertos, tirados en el pasillo. A un lado, estaba Rondador Nocturno, apoyado en una pared, inconsciente y sangrando mucho. Pero una figura le impedía acercarse a su compañero. Un hombre bajo, vestido entero de cuero negro, le miraba gruñendo. Tenía el cabello despeinado, y su mirada era más parecida a la de un animal que a la de un hombre. Lo más llamativo del salvaje era que tres garras de hueso le brotaban de las manos... El asesino saltó a la yugular de Juggernaut, pero estaba protegido por su armadura de una aleación de vibranium y adamantium, y no le hizo ninguna herida. En ese momento, un láser quemó el pecho del mutante, derribándolo. Cíclope había atacado al desconocido, furioso al ver a su compañero azulado en el suelo.



Pero el mutante de las garras se levantó, y vieron asombrados como las heridas de su cuerpo se curaron instantáneamente. Así, saltó a por Cíclope, pero un muro telequinético le impidió tocarlo. Al ver a Jean, el hombre salvaje envainó sus garras, y se quedó quieto, como hipnotizado al ver a la pelirroja.



-¡¿Qué le has hecho a mi hijo?!- Una mujer de piel azul, uniformada, apareció por el pasillo, seguida de varios guardias, y rodearon al mutante.

-¡No disp..!- Jean intentó avisar a los guardias de que no dispararan, pero fue tarde. La mujer azul comenzó a descargar la munición contra el atacante.

-¡Necesitamos un médico, mi hijo Kurt está herido!- Dos guardias cogieron al mutante teleportador, y se lo llevaron, mientras otros buscaban más supervivientes- Parece que el invasor se está curando de las heridas, debe ser un mutante. Lleváoslo para interrogarlo, yo voy a la enfermería.



Cíclope, la Chica Maravillosa, Bestia y Juggernaut siguieron a Mística, en espera de alguna orden.









Tres semanas después del ataque del mutante:



-Nuestro equipo psíquico no ha conseguido nada.- Reed Richards estaba sentado tras una mesa llena de papeles desordenados, y diversos aparatos tecnológicos.- Y la tortura física no le afecta para nada, su capacidad de curación es sobresaliente.



-¿En qué está pensando, Dr. Richards?- El profesor Charles Xavier se impacientaba. Llevaban un rato hablando del reciente prisionero mutante, y no habían sacado nada en claro.



-Pido permiso para experimentar con el sujeto. Me gustaría ver el límite de su factor curativo, y esas garras de hueso son realmente interesantes. Quizás podría hacer algunas mejoras, y la salud mental del paciente no peligrará, ya que es como un animal.



-¿Eso somos los mutantes para usted, Dr. Richards? ¿Animales? ¿Has olvidado lo que les pasó a Grimm, o a los hermanos Storm?- Charles se negaba a dejar que Reed experimentara con mutantes, pues era algo atroz.



-Sabes que fue un error de cálculos lo que les pasó, Charles. De todas formas, esta conversación ha acabado. - Reed se levantó del asiento, y salió de la sala. Mientras iba hacia el laboratorio, se permitió recordar a su amada, Susan Storm. Tras su muerte, todo había cambiado en él.

Al llegar a su destino, Richards se concentró en el mutante:



-Sujeto Lobezno. Me dispongo a empezar con la última fase. El adamantium que he preparado ya se ha calentado al nivel de ser líquido. Esta noche comenzaré la cirugía.



Mientras Richards grababa su voz, contemplaba varias radiografías del mutante, y múltiples cifras matemáticas. Una explosión derribó al Dr. Reed, y lo último que vio fueron 3 siluetas, después, murió.



Hank y Kurt estaban en la cafetería, descansando tras otra dura sesión en la Sala de Peligro:



-Hace mucho que no combatimos a ningún terrorista, mein Bestia. Scott no para de hacernos entrenar, y estoy agotado. Hace un par de días que estoy perfectamente, ya sólo queda la cicatriz de las garras del mutante aquel...

-Ya conoces a Cíclope. Está obsesionado con la perfección, necesita entrenar las máximas horas posibles. Desde luego, si yo tuviera de novia a un bomboncito como lo es Jean, no pasaría por la Sala de Peligro en todo el día.



Una alarma interrumpió la charla de los compañeros mutantes.



-¡Problemas en el laboratorio, llama a Scott y los otros!



Kurt se teleportó a la Sala de Peligro, donde los encontró peleando contra un enorme robot. El programa se apagó, y acudieron rápidamente a reunirse con Bestia.



En el laboratorio, reinaba el caos. Varios agentes humanos disparaban contra los terroristas, pero las balas no les alcanzaban. También había otro pequeño grupo de súper agentes, con poderes, que habían llegado antes. Cuando Scott llegó, empezó a dar órdenes a los presentes:



-¡El grupo de Genéticamente Alterados, atacad al ser de piedra naranja!¡Parker, ten cuidado!

¡ Rondador, tú y Hank, atacad al mutante de las garras, parece que ha escapado!

-¡Insignificantes insectos! ¡No podéis acabar con Magneto, señor mutante, rey del magnetismo! Dientes de Sable y Sapo, demostradles vuestras habilidades.



Así, el laboratorio se convirtió en una zona de guerra, llena de explosiones.

El mutante Dientes de Sable combatía a la Bestia, mientras Rondador esquivaba las garras de Lobezno. Cíclope y Chica Maravillosa intentaban detener a Magneto, y Juggernaut, y un par de Súper Agentes más peleaban contra un ser rocoso que había escapado de la jaula del laboratorio de Richards.



La batalla acabó rápido, y tal como habían venido, los mutantes se fueron. Sólo quedó la cosa de roca, que volvió a ser enjaulada. El grupo de Cíclope fue llamado al despacho de Charles Xavier, director de la organización Arma-X:



-No debéis preocuparos por el resultado de la batalla de esta tarde. Magneto es un terrorista mutante, el más buscado, y han robado unos documentos de gran importancia para Arma X. Hemos enviado espías a que detecten su base, Scott. Tú y tu grupo seréis los encargados de derrotar a Magneto y a su Hermandad... Esos documentos son MUY importantes, recuérdalo.- Charles Xavier se levantó a por un café, y dio la conversación por terminada.







En el estudio principal de una mansión en el condado de Wetchester, New York, un hombre extraño y silencioso está sentado, inmóvil, solo con sus indescifrables pensamientos... Entonces, un hombre cruza el umbral de la puerta, gritando:


-¡Amo Magneto! El apestoso Dientes de Sable ha vuelto a amenazarme, ¡dígale algo!

-Sapo, te he dicho cientos de veces que no grites tanto. Tú y tus riñas con Dientes de Sable están empezando a cansarme. De todas formas, ya que has interrumpido mis pensamientos, diles a todos que se reunan conmigo en el salón. Es cuestión de tiempo que vengan a por sus documentos.

-Sí, amo, ahora mismo.- Sapo susurraba, pues cualquier orden de Magneto era seguida al pie de la letra.



Al rato, en el salón principal, los obedientes Sapo, Dientes de Sable y Lobezno escuchan con atención a su líder:



-Es sólo cuestión de tiempo que descubran nuestro paradero. Ya sabéis el plan, debéis estar preparados. Un aviso, Creed. Controla a tu mascota. No quiero que pierda el control de nuevo, y arruine nuestro plan.

-Descuida, Magneto... Lobezno sabe lo que tiene que hacer, ¿verdad, chico?- Dientes de Sable lanzó una galletita al mutante, y éste se la comió agradecido.



Un rayo óptico atravesó la ventana. Lobezno sacó las garras, y corrió al ataque:



-Recordad lo que hemos dicho, mis pupilos. ¡Ahora, atacad!- Mientras decía esto, Magneto levitó, y empezó a lanzar trozos de metal a sus enemigos.



Lobezno saltó a por Cíclope. Éste lanzó otro rayo al salvaje, que le quemó la piel casi al completo. En cuestión de segundos se curó, y le dio un zarpazo en el pecho a Scott, tirándolo al suelo. Le saltó encima, y con un rugido, sus garras fueron directas al corazón del líder mutante. Pero en el último momento fue brutalmente apartado de su víctima, cortesía de la Chica Maravillosa. Bestia había saltado a por Dientes de Sable, y pese a la superior fuerza de Creed, la conocida agilidad de Hank le permitió derribarle. Kurt había caído al suelo. Sapo se movía sin parar, golpeándole con sus fuertes piernas, pero Rondador reaccionó rápido, teleportándose lejos junto a su enemigo, y dejándolo abandonado a kilómetros del combate.

Mientras, Juggernaut estaba a merced de Magneto. Se sentía menos poderoso sin su armadura de vibranium, pero no la podía llevar al combate debido a los poderes de su enemigo. Pero no pudo hacer nada cuando éste rodeó a Cain con una lámina de acero, elevándolo alto.



-Ni siquiera eres un mutante... Juré que jamás acabaría con la vida de un mutante, pero tú no eres más que un homo sapien... Además, tu muerte le hará saber a Xavier lo que es perder a un miembro de la familia...



Magneto comenzó a aplastar el cuerpo de Juggernaut con la lámina, justo antes de que Cíclope le atacara con un rayo, que desconcentró a Magneto, perdiendo el control del metal que aplastaba a Cain. Sin Dientes de Sable y sin Sapo, eran 5 contra 2, y el resultado estaba claro.

Mientras Bestia sujetaba a Lobezno, Kurt lo agarró, teleportándolo alto, y la caída le dejó inconsciente. Fue entonces cuando Magneto levantó las manos, rindiéndose. Con una sonrisa, les dijo:



-Lo habéis hecho muy bien. Os ha costado menos de lo que pensaba derrotar a mi hermandad, así que os entrego los documentos. Yo no los necesito para nada, la verdad. Será mejor que los leáis vosotros mismos. Entonces, descubriréis qué me ha llevado a atacar Arma X.



Cíclope cogió la carpeta de manos de Magneto, mientras Jean rodeaba al líder terrorista con un muro telequinético.



El grupo mutante de Arma X había montado en un avión negro, con una gran X en las alas, para volver a la base. Todos habían leído el informe secreto, sorprendiéndose por igual.



-Nick y Charles me criaron... ¡Me niego a creer esta basura!

-Pero Scott... ¿Y si es verdad? Nunca nos han contado como formaron Arma X, quizás...- Jean intentaba calmar a Cíclope. Ella tampoco estaba segura si esa información era cierta, pero algo le impulsaba a creerlo.

-¿Tú también Jean? ¿Y debo suponer que vosotros también os lo creéis?



Los tres compañeros de Cíclope no le contestaron, dejando claros sus pensamientos.



-Summers... Tienes que entenderlo... No son como tú crees. Muchas muertes han hecho que Arma X sea tal y como es hoy en día.- Magneto bajo la vista. Estaba encerrado en una jaula de energía, que le dejaba sin poderes. Una lágrima cayó por su mejilla.- Muchos mutantes murieron por esta causa... Wanda... Y Pietro...

-¡Cállate, no voy a escucharte!- Scott hizo un amago de apretar su visor, pero bajó el brazo.- Magneto, estás detenido por crímenes contra la humanidad, y atacar al Servicio de Seguridad Arma X.

-¿Es que no has entendido nada? Xavier y Furia asesinaron a decenas de mutantes antes de crear Arma X. Eran hombres sedientos de poder, que harían cualquier cosa por conseguirlo. Xavier enloqueció hace años, con esos obscenos ideales suyos. De todas formas, no dejaré que me llevéis preso, aún tengo planes... Illyana, sácame de aquí.



Tras decir eso, una muchacha rubia apareció de la nada, cogió a Magneto y se teletrasportó.



-¿De dónde ha salido? Parece que la Hermandad tiene más mutantes... Da igual, la misión ha sido un fracaso. Mierda, ya lo teníamos... - Cíclope se mostraba frío con sus compañeros. Lo que había leído en aquellos papeles le había hecho dudar de su vida, de unos hombres a los que consideraba su familia.

-Pero hemos recuperado los documentos, Scott, esa era la misión.- Jean intentaba animar a Scott, aunque ella también se sentía confusa con todo lo ocurrido.

-Está claro lo que ha sucedido. Estos documentos son falsos. Seguro que los ha intercambiado por los verdaderos, así que hemos vuelto con las manos vacías.- Cíclope siguió callado durante todo el viaje en el Pájaro Negro.



Una pequeña casa en Europa, en Francia. Magneto y varios mutantes más están tumbados, descansando. Erik , con los ojos cerrados, empieza a recordar cómo conoció a Nick y a Charles hace muchos años:



Nick Furia está en un pequeño bar. El ambiente es muy oscuro, todo está lleno de humo de cigarrillos, y Nick está fumando un puro. A su alrededor están sentados Charles Xavier y Erik Lensherr.



-No voy voy a unirme a este grupo que estáis montando. Me sorprende que hayáis acudido a mí, gracias, pero no. -Erik echó un trago a su cerveza, y siguió hablando.- No estoy de acuerdo con vuestra idea. Los mutantes no deberían ser vistos como seres poderosos, como soldados.

-¿Es que no ves cuánto bien haríamos? Todos los mutantes unidos, ayudándose con sus poderes especiales, y no solo entre ellos, ¡sino también a la raza humana!- dijo Xavier.

-Ya hemos pensado en todo. “Arma X”, por el gen X, latente en los mutantes. ¿qué te parece, compañero? Nos serías muy útil con tus poderes.- Nick intentaba convencer a Erik con todos sus medios.

-Lo siento, pero no. Además, ahora quiero dedicarme a mi familia. Acabo de tener dos hijos, ¿sabéis? Pietro y Wanda. Son preciosos, si queréis verlos, están en casa.

-En otro momento. Ahora, nos vamos, no queremos interrumpir tu... “vida familiar”.- Así, los dos compañeros se fueron, dejando a Erik solo en la mesa.





Días más tarde, Erik Lensherr volvía a casa del trabajo como dueño del bar, cuando vio algo que le hizo estremecerse. Su casa estaba en llamas. Corriendo, se internó en ella, con esperanzas de salvar a su familia. Tirados en el suelo, vio a sus dos bebes. No lloraban, ni se movían. Al acercarse, el mutante contempló como les habían disparado, y su mujer, a un lado, fue asesinada de la misma forma. Furioso, dejó ese pueblo para siempre, y vivió en los bosques, por pena. Pero unos meses después de su nueva vida de ermitaño, dos conocidos volvieron a verle.



-Erik... lamentamos lo ocurrido con tu familia... Pero debes entender que somos tus amigos. Hemos venido aquí para apoyarte, y no queremos que sigas con esta vida. Por favor, únete a nosotros, y podrás evitar más muertes inútiles como esta.- Xavier miraba al suelo, y al levantar la vista, Erik vio algo en su mirada, un vació que no había visto la última vez.

-Léeme la mente, Charles. Ya sabes mi decisión.

-Ya... no puedo. Perdí mi poder hace unas semanas. ¿Vienes con nosotros?- Charles había descubierto su secreto, y Erik quedó sorprendido.

-De acuerdo.

-Bienvenido a Arma X, Erik.- Nick Furia tiró su puro al suelo.







Una voz interrumpió los pensamientos de Magneto:



-Señor, ¿está usted bien?- Magneto abrió los ojos, y se giró. Sapo le miraba triste, temiendo por él. A su alrededor, varios mutantes, tumbados en el suelo, también le observaban.- Hemos oído que lloraba, ¿está usted bien?

-Claro, Sapo. Sólo recordaba.

-Oh, señor, recordar es bueno. ¿Le he hablado alguna vez de cuando vivía en...?

-Tengo sueño, Sapo, buenas noches.



Sapo se retiró, dejando a Magneto tumbado en el suelo, tapado con una fina manta. Así, el líder de la Hermandad volvió a cerrar los ojos, y a recordar...



Ya llevaba unos años trabajando para Arma X. Furia, Xavier y él habían reunido a un par de mutantes, que años más tarde murieron en combate. Aquellos tiempos eran felices, aunque cada noche, Erik recordaba a su familia perdida. Pero un día, Magneto descubrió algo que no entendió. Vio como Furia disparaba a quemarropa a una mujer mayor. Sin poder entenderlo, Erik saltó a por su compañero, al ver el asesinato:



-¿Qué has hecho, Nick?

-¿Erik? ¿Qué haces tú aquí? Se supone que estabas de misión, buscando a la chica telequinética.- Furia seguía con la pistola en la mano, y la sangre de la anciana corría por el suelo, dejando ríos escarlata a su paso.

-Charles se encargó de eso. ¿¡Por qué has asesinado a esta mujer!?

-Era mutante...Podía ver el futuro, era un peligro para nuestro grupo, que debía ser...

-¿Cuánto tiempo lleváis haciendo esto, Nick? ¿Lo sabe Charles?- Magneto estaba furioso. Todos los objetos metálicos estaban levitando, incluido el anillo de la mutante, que hacía levantar todo el brazo y el índice, señalando a Furia.

-Sí que lo sabe. Pero tranquilo, debes entender que...- Nick Furia dejó de hablar, al ver entrar a Xavier por la puerta.

-Tranquilo, Erik. Déjame explicártelo.- Su voz irradiaba seguridad, algo que a Magneto le había hecho olvidar a su familia más de una vez.

-¿Los matastéis, Charles? ¿Matastéis a mi familia para que me uniera a vuestro grupo?- Erik estaba gritando, y apretaba tanto los puños que le empezaron a sangrar las manos. Ninguno de sus compañeros contestaron a su pregunta, bajando la vista. Suficiente para el mutante.- ¡NO! ¡NO! ¡Confié en vosotros! ¡Os consideraba mis hermanos!- Así, salió volando de la habitación, atravesando el techo, y aquel fue el último momento en que Magneto vio a sus amigos cara a cara.



Magneto oyó un ruido, que le sacó de sus recuerdos. Al girarse, vio a Pícara y a Médula mirar por la ventana. Dientes de Sable rugió, despertando a muchos. Un enorme chico ruso se levantó, y transformó su cuerpo en acero orgánico. Al otro lado de la ventana, un hombre se acercaba con paso decidido hacia el escondite de la Hermandad.



-Tranquilos, mis mutantes. Sed pacientes. Esperad a que se acerque y podamos ver su cara, puede que nos llevemos una sorpresa.- Magneto conocía la ferocidad de algunos de sus siervos, y quería impedir una masacre sin sentido.



Una voz gritó desde el exterior.



-¡Magneto! ¡Sé que estás ahí, sal!- El joven Scott Summers llevaba una bolsa de viaje junto a él. No tenía puesto su uniforme de Arma X, sino ropa de calle. Magneto salió al exterior. Hacía frío, y llovía mucho.

-Que sorpresa tenerle aquí, Sr. Summers. ¿Cómo ha descubierto nuestra humilde morada?

-Arma X tiene registrado este domicilio a nombre de Magnus, sin apellidos. No ha sido utilizado jamás, desde su compra. Es muy sospechoso. Te aconsejo que en el futuro busques mejores escondites, Erik.

-¿Qué quiere, Sr. Summers? Ambos sabemos que no ha venido en esta fría noche a darme consejos.

-Quiero unirme a tu Hermandad. Ningún compañero sabe que me he marchado. Ni siquiera Jean. ¿La razón? No confío en Xavier. Y menos en Nick Furia.





Hace 2 horas que el grupo mutante llegó a la base de Arma X. Normalmente todos se reunían tras una misión, pero esta vez, cada uno fue a su habitación. Jean estaba preocupada por Scott. Recordó cuando llegó hace años al programa Arma X. Sólo era una niña, y un chico con unas enormes gafas rojas le recibió con los brazos abiertos. A los pocos días, el joven le había dado seguridad, le había enseñado todas y cada una de las salas de la base, y a los pocos años, se enamoraron. Ahora, estos documentos habían confundido a Scott, y Jean no sabía que podía hacer. Pensó que necesitaría compañía, y fue hacia su habitación. No estaba. Quizás hablando con Xavier... No. Conocía a Scott, y no creía que fuera a hablar con su tutor, así que fue a preguntar a su mejor amigo, Hank McKoy. Allí tampoco estaba, y Bestia le confesó que él tampoco lo había visto. Le contó que Juggernaut había subido al despacho de Xavier a hablar sobre aquellos documentos, así que lo mejor sería esperar.



Dos pisos más arriba, Cain Marko arrojaba los documentos a la mesa de Xavier.



-¿Qué demonios es esto?- Estaba furioso. No podía creer lo que había hecho su hermano.- Estuve encantado de que contaras conmigo para tu equipo de Arma X, Charles. Puede que nunca haya pensado tanto en los mutantes como tú, pero... ¿Qué te ha llevado a hacer esto?

-Es lo mejor para la seguridad de nuestros compañeros mutantes. Estos últimos años hablan por sí solos.- Xavier hablaba tranquilo, apoyaba la cabeza en el respaldo del sillón, con los ojos cerrados. Sabía que este día llegaría.

-¿Años? ¿Lleváis años metiendo a mutantes “potencialmente peligrosos” en campos de concentración? ¿Tú, Xavier, el defensor de los derechos mutante, haciendo esto? No vamos a estar con los brazos cruzados, Charles. Jean, Kurt, Hank y Scott lo saben... De verdad, no puedo creerlo.

-Por cierto, debes saber que no sólo hay mutantes en nuestro centro de retención. Gente como Bruce Banner, Victor Von Muerte o Norman Osborn son nuestros últimos detenidos.

-¡Me da igual! No entiendo como el maldito Furia te ha hecho esto. Voy a ir a su despacho y voy a darle tal patada en el trasero que...-Juggernaut fue directo hacia la puerta, cuando Xavier se levantó, frenando al forzudo en seco.

-No harás nada, Cain. Puedo hacer cualquier cosa con tu inútil mente, hermanito. ¿Te apetecería asesinar a tus amigos mientras duermes, siendo consciente de ello?- Xavier sonreía mientras hablaba.

-Charles...perdiste tus poderes hace años... El accidente...- Juggernaut no podía moverse. Su hermano había paralizado su cuerpo.

-Eso fue lo que me dio la idea, ¿sabes? Un mutante anuló mis poderes, Sanguijuela... Era demasiado peligroso, así que Furia lo mató. Entonces, tras la muerte del causante, recuperé mis habilidades, pero pensé que lo mejor sería guardarlo en secreto, ¿sabes? Eso sería lo mejor. Así, todos verían al “pobrecito Charles, minusválido, sin poder usar su mente”. Así, cuando le conté mi plan a Nick de crear estos campos de retención, se puso furioso. No estaba de acuerdo, decía que le recordaba a Hitler, que no consentiría esto. Pero un poco de control mental le hizo ver la situación de otra manera. Así, Furia ejecutó a decenas de mutantes peligrosos en mi nombre. Hasta que Magneto nos descubrió. Desde entonces, el maldito Erik está obsesionado con destruirnos. Ha creado una Hermandad, con todos los mutantes que ha liberado de mis campos. Pero si no lo mato es porque me divierte. Con cada ataque, me sorprende. Debo reconocer que lo ha conseguido, e incluso se ha llevado a Scott con ellos. Pero no pasa nada, mañana por la mañana, nuestro querido Summers se habrá suicidado, me encargaré de ello. O quizás haga responsable a Magneto de su muerte. Así, Jean querría venganza... Pero tu conversación me aburre. Ahora, cuando yo baje al comedor a cenar, más o menos dentro de 10 minutos, tú harás todo lo posible por quitarte la vida. Sería fácil borrar tu mente, como a tus compañeros de equipo, pero... Nunca me has caido bien, hermanito.



Xavier salió por la puerta, sonriendo. Arma X seguirá siendo un punto de encuentro para aquellos mutantes que necesiten ayuda. La quieran, o no.

Publicado originalmente el 19 de Enero de 2007


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